Shibari Kinbaku (parte IV): El Camino del Aprendizaje

Shibari Kinbaku (parte IV): El Camino del Aprendizaje

 

Este artículo esta dedicado a la memoria de mi querido Kurt Walter Fisher (1953-2011). Alguien que siempre me brindó una profunda y generosa amistad y de la mano de aquél quien supo guiarme hábilmente en el mundo del Shibari/Kinbaku hasta llegar a conocer a quien hoy es mi Sensei: Osada Steve

 

Copyright 2012 por Tsubaki. Todos los derechos reservados.

Prohibida su reproducción total o parcial en cualquier otro medio sin autorización de la autora.

Kurt y Osada Steve 2011 Photo:Tentesion Rosas5, Barcelona

 

«Personas capaces de enseñar diseños de ataduras y nudos, encontrarás varias … pero sólo unas pocas serán capaces de brindarte la enseñanza justa para que tengas la sabiduría de ser consiente de tus propios límites»


Ya mencionamos en el primer artículo de esta serie Shibari Kinbaku como Ritual: Protocolo para Espectadores y Atados (Parte I) las milenarias tradiciones que dieron origen a lo que hoy conocemos como Shibari/Kinbaku. Estas ancestrales costumbres y enseñanzas son parte misma de la cultura japonesa, de su filosofía, de sus códigos, de sus conceptos de honor y del indeleble legado del código Bushido para cualquiera que practique un arte ancestral japonés.  Entre estos legados existe mucho acerca de las relaciones entre los Maestros (Sensei) y los discípulos (deshi). Esta milenaria tradición es la misma que podemos percibir hoy en día, definiendo la esencia, y armonizando el fluir de la energía en varias artes marciales.

En esta oportunidad, y dada la importancia que la armonía de todas sus partes (wa) representa para el Kinbaku, nos interesará tocar el tema del camino del aprendizaje del Shibari Kinbaku, así como también analizar la relación y los intercambios de energía y de sensaciones que existen entre el Sensei  y su discípulo, desde la óptica de los rituales y protocolos.

 

Japón es una nación mayoritariamente Sintoísta y Budista en la que el acto de atar (shibari) es un acto sagrado. Todo lo sagrado es enaltecido al ser atado con nawa. Lo que esta dentro de la atadura con nawa es sagrado. El japonés demuestra su respeto al atar con nawa y desde el punto de vista sintoísta, convierte en sagrado todo lo que ata. El abrazo de la cuerda es siempre un acto de amor y es un modo que tiene el atador de conectarse con lo divino.

Para entender el camino de enseñanza del Shibari/Kinbaku desde la óptica oriental debemos recordar y remontarnos a sus reminiscencias de las antiguas artes marciales japonesas (hoshu hojojutsu), y analizar un poco los caminos de aprendizaje de estas.

En toda arte marcial regida por el ancestral código Bushido, el honor no radica en los títulos otorgados, sino en la sapiencia y sabiduría que se hayan alcanzado a lo largo del perseverante camino.  Es por ello que ningún arte marcial otorga grados Kyu Dan de acuerdo al tiempo de aprendizaje, o a la cantidad de clases a las que asistió el alumno. Es el dominio de la técnica explicita (y de la técnica oculta o urawaza) lo que marca nuestra experiencia en este arte y el avance en el mismo.

En otro arte marcial oriental como lo es el Judo o el Jujustsu, tradicionalmente no existía forma de medir el grado de avance de un alumno salvo por el orden en que estos se formaban en el Dojo al inicio de la clase. Ese orden era definido en forma unívoca e irrevocable por el Sensei en base a lo que él percibía del desarrollo de sus discípulos. Luego, la occidentalización y popularización llevó a que Kanō Jigorō (嘉納 治五郎) diseñara e implementara el primer sistema de colores de cinturones y Danes, luego ampliado por Mikinosuke Kawaishi (川石 酒造之助 ), para que los occidentales pudiésemos visualizar de una forma objetiva los avances y refrendar las habilidades de una persona en su camino de artes marciales. Este sistema fue rápidamente adoptado por otras artes marciales como el Karatedo, el Aikido, e inclusive el Taekwondo en lo que es hoy norma de referencia de nivel o habilidades.

En el arte de Shibari/Kinbaku, y siguiendo las normas de la tradición japonesa (aunque adaptada a las costumbres occidentales), es también el Sensei quien define el nivel de habilidad alcanzado por un alumno. Existe sólo un Ryu que ha implementado un sistema de Kyu / Dan que permitan occidentalizar más los avances en las habilidades de un atador, y es el Osada Ryu. Esto, si bien ha generado algunas controversias y adhesiones entre los mismos japoneses, ya que no existe una sola escuela o un solo Maestro o padre del Shibari/Kinbaku en el mundo, ha intentado ordenar un poco la caótica definición que existe hoy en día en occidente sobre los conocimientos en este arte. Durante mucho tiempo, los Sensei que han existido intentando trasmitir este tipo de conocimientos han sido escasos. Con el tiempo, el arte de las ataduras japonesas comenzó a despegarse de ser una de las 18 habilidades del guerrero samurai, para proponerse como una actividad con entidad propia, orientada también hacia el erotismo, el sadomasoquismo y los shows, involucrando muchas veces pasiones figurativas, intereses comerciales y otros vicios devenidos de este mundo.

 

thalia_X por Tsubaki Photo: Xencor
thalia_X por Tsubaki Photo: Xencor

Es en este entorno que el Shibari/Kinbaku ha recibido un aluvión de simpatizantes y entusiastas de las cuerdas. Como en toda actividad masiva y de moda, han surgido quienes desean aprovechar la ola, y con ello se han justificado muchas de las afrentas a las formas tradicionales japonesas de transmisión educativa.  Desde occidente han surgido «autodidactas» de abajo de las piedras, también los que aprenden de libros y videos, los coleccionistas de workshops, y aquellos que desean aprender este arte en 48 horas. Todo ha logrado desvirtuar conceptos tan básicos del mismo Bushido japonés que harían enfadar hasta el mismo Itoh Seiyu si estuviese presente, aun cuando él mismo desafió la autoridad incontables veces.

Si bien es cierto que los Senseis utilizan las bondades de la tecnología para publicitar y difundir sus escuelas, estilos, proyectos, no es menos cierto que siempre ha prevalecido el concepto japonés de que la verdadera enseñanza se transfiere presencialmente. De ese modo el alumno se entrega a la guía del Sensei, pero no todo le será brindado en forma sencilla. A través de la perseverancia y el esfuerzo el alumno demuestra al Sensei su compromiso. Es entonces cuando el Sensei le permitirá al alumno «robarle» los detalles de la técnica a través de su constante atención y de percibir aquello que no es dicho.

En cualquier método de enseñanza japonés, como ya hemos mencionado en otros escritos, es sólo a través de la dedicación, la práctica, la perseverancia, y la atención del alumno a los movimientos, actos y dichos del Sensei que se puede aprender.  Es tarea del alumno la de «percibir» y «captar» aquello que no se puede explicar con palabras y que hace a la esencia de cualquier arte.  Es sólo el Sensei quien podrá evaluar si ha logrado capturar la esencia y si la puede reproducir.  Este camino, a diferencia de lo que cualquier occidental esté acostumbrando, es muchas veces árido y difícil, y como ya hemos dicho incontables veces, imposible de reproducir en fotos, textos o vídeos, y tiene su propio tiempo y ritmo de aprendizaje.

El auténtico camino de aprendizaje japonés se basa en la paciencia, la humildad, la entrega, y la perseverancia. Todos ellos valores que nosotros podemos ver y reconocer en la cultura oriental desde afuera, pero que paradójicamente cuando nos toca vivirlos renegamos de ellos.

Como dice la frase «El Maestro aparece cuando el alumno está preparado para recibirlo«. Se dice en este método de enseñanza, que la sabiduría y el conocimiento llega cuando es el momento apropiado. Existen cuestiones que conllevan un cambio importante en nuestra mentalidad, en nuestra energía, en nuestro pensamiento inclusive, para poder dominarlas y comprenderlas. Sólo cuando el alumno esté listo será capaz de comprenderlas y hacerlas suyas. Es por eso que la paciencia, la perseverancia y el dominio de nuestra mente es tan importante en este como en cualquier otro arte oriental.

Desde mi humilde experiencia puedo decir que la instrucción del Kinbaku, a comparación de otras artes marciales, podría considerarse mucho más orientada hacia el amor, la energía, las sensaciones y la conexión emocional entre las partes involucradas. Las técnicas de ataduras milenarias (hoshu hojojutsu) de las que se desprendió este arte de ataduras eróticas, mantenían un estricto código Bushido (bugei juhappan) que sigue conformando el protocolo militar de las artes marciales tradicionales. Sin embargo, el Shibari Kinbaku, suaviza este código orientándolo hacia los sentidos, lo energético y la esencia. Es por esto que a pesar de tener las mismas exigencias de cortesía, respeto y sentido común (joshiki), sus protocolos de fondo se basan en fundamentos y valores mucho más espirituales que militares.

En occidente, y en virtud de esta tan mentada masificación, existen muchos que piensan que hacer Shibari se trata solo de reproducir ataduras. En ese sentido, cualquiera que tenga buena memoria visual podrá seguir y memorizar un instructivo paso a paso y llegará al mismo fin. Lamentablemente esa es solo la versión occidental de quien solo ve lazadas y nudos en una atadura, de la misma forma que solo vería sonidos y notas en una gran sinfonía. Quizás da lo mismo si atan a una persona, a una silla o una encomienda, ya que en definitiva también se trata de atar y hacer nudos.

Cualquier occidental que unilateralmente se llame a sí mismo con el término de «bakushi» o «nawashi» o utilice terminología japonesa para describir sus prácticas con las cuerdas, corre el riesgo de hacer el ridículo siendo irrespetuoso con la cultura japonesa. Tomando todo esto en cuenta, un Maestro de Shibari/Kinbaku podría ser aquel que haya recorrido un camino de experiencias más largo que el de uno y que desee guiarnos, aceptándonos como discípulos. En la práctica, un Sensei (Maestro) es aquel que lleva adelante un ryu (escuela), un Kinbiken (grupo de estudio), un dojo (escuela), o un Studio, en donde todos aprenden, (incluso él mismo) canalizando los conocimientos y brindándolos a quienes lo considere oportuno.

 

Cada significado oculta otro, desconocido para los de afuera e implícito para los japoneses 

pepper por Tsubaki
pepper por Tsubaki

El camino del aprendizaje del Shibari Kinbaku es diferente para cada uno de acuerdo a lo que en principio le atrae de las cuerdas. Para los propios japoneses, todo lo relativo a las ataduras tiene un trasfondo cultural milenario estrechamente relacionado con lo sagrado, el honor, el poder, la wa (armonía), la entrega, y más tarde con la semenawa (tortura a través de las cuerdas), la shuuchinawa (la humillación a través de las cuerdas), el exhibicionismo, etc. En el Sintoísmo y Budismo la distinción entre el bien y el mal es siempre relativa, no existe el concepto de pecado, ni de pecado original, ni de culpa personal -tan tradicionalmente asociado al sexo en las culturas occidentales-. Mientras que la cultura occidental se basa en la culpa, la cultura japonesa no demoniza el sexo y se basa en la inclusión en el grupo y humildad frente al él.

El Shibari Kinbaku llega al mundo occidental como un bello arte erótico generalmente descontextualizado de todo aquello que por tradición cultural despierta en los japoneses. Para ellos, todo lo que existe está conformado por el yin y el yang, dos energías aparentemente opuestas que son en realidad, complementarias. El yin es el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad, lo bajo, el invierno, el recibir. El yang es el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad, lo alto, el verano, el dar. Ambos definen la dualidad de todo y a la vez existen dentro del otro. Su interacción mantiene al mundo en movimiento. Los orientales perciben todos sus actos (incluyendo el Kinbaku) embebidos constantemente por muchos tipos de energías.

Por supuesto que como occidentales con un trasfondo cultural judeo-cristiano basado en la culpa y la demonización del sexo, nos costará comprender en profundidad lo que sienten y perciben los japoneses al practicar o presenciar una sesión de Kinbaku.

Muchos occidentales se ven atraídos al Shibari Kinbaku por la forma en que actualmente se está mostrando como símbolo de erotismo sensual, artístico y digno de ser aplaudido. Es por esto que surge un gran número de personas interesadas solamente en «aprender la mayor cantidad de esos nudos y diseños japoneses «, para lo que sea que deseen montar luego.

Es común encontrar a estas personas muy preocupadas por intentar imitar los diseños básicos de ataduras de cualquier oriental y por aprender a realizar suspensiones simples y progresivas lo mas prontamente posible. Probablemente porque son las suspensiones las que están de moda, brindan espectacularidad y atraen más. Lamentablemente me he topado muchas veces con atadores que se pasan más tiempo mirando las cuerdas y los nudos, que a su propia modelo, perdiéndose de lo más interesante y especial del Kinbaku.

Hay gente que siente que el camino autodidacta va más con su estilo personal y que estarán a gusto sin una guía específica. Otros sienten más atracción por aprender a través de vídeos por Internet o tutoriales de nudos. Realmente siento que han elegido el peor camino posible, ya que difícil es aprender lo que nunca se ha visto, sin la guía sabia de quien te lo enseñe frente a tus ojos.

En este punto, existe una distinción entre las técnicas abiertas u obvias sobre la apariencia de las ataduras (omote waza) y las técnicas ocultas  o secretas sobre el know how (urawaza 裏技). En una convención implícita compartida por todos los Senseis y que sólo algunos llegan a comprender dice que:


«A través de la perseverancia y el esfuerzo el alumno demuestra al Sensei su compromiso. Es entonces cuando el Sensei le permitirá al alumno “robarle” los detalles de la técnica a través de su constante atención y de percibir aquello que no es dicho (urawaza 裏技). Es sólo a través la aplicación de estas técnicas que se logra un auténtico Shibari Kinbaku.»

 

Está claro en esta afirmación entonces que solo a partir de una base importante de conocimientos adquiridos a través de perseverancia, práctica y dedicación, se nos permitirá acceder a las técnicas ocultas, llevando sabiduría a la enseñanza para evitar que cualquier neófito provoque accidentes dada su falta de criterio y de responsabilidad.  Por otro también es cierto que para quien lo único que tiene es la técnica de sus nudos, que le copien la misma, es como robarle el todo. Por suerte, y gracias a lo que hemos dicho anteriormente, a veces es necesario cierto camino recorrido para que la mente se abra a aprender ciertos conceptos, protegiendo estas técnicas ocultas ya no sólo porque no estén visibles, sino por la incapacidad de comprenderlas sin las vivencias previas.

Cada cual toma el camino que va de acuerdo a su estilo y a su propia e íntima búsqueda.

 

Iroha por Tsubaki
Iroha por Tsubaki

Dos estadíos: Ser consciente, sin pensamientos para dar lugar a la intuición y la visión interna

A mi entender, desde mi experiencia personal, y desde el camino que he podido elegir con libertad, existen dos estadíos en el aprendizaje del Shibari Kinbaku. El primero, es aquel en el que no sólo buscamos practicar la técnica una y otra vez, hasta lograr sentirla parte de nuestros movimientos naturales (del mismo modo que lo hacemos al caminar o al montar una bicicleta); sino que además buscamos hacernos conscientes. Conscientes de las formas básicas de seguridad. Conscientes de lo que físicamente estamos provocando en el cuerpo de nuestro compañero atado. Conscientes del trasfondo cultural que conllevan muchos de estos diseños de ataduras y de su historia. Conscientes de que sin una guía adecuada no podremos evitar exponernos a cometer errores irreparables con respecto al bienestar del cuerpo de nuestros atados. Conscientes de nuestras propias limitaciones. Constantemente conscientes.

Sólo después de pasar por todos estos despertares de niveles de consciencia, es que uno puede finalmente acceder al segundo estadío en el que uno comienza a aprehender que lo fundamental y esencial del Kinbaku es el milagro del intercambio y flujo de energías dentro del triángulo atador, atado, y los espectadores (independientemente de si están presentes o no). Algunos a esta altura incluso comprenden que el honor y la belleza de sus ataduras nunca provienen de propuestas grandilocuentes y espectaculares. Algunos menos llegan a comprender que como todo arte oriental para poder seguir creciendo, es necesaria la humildad, y que esto sólo se consigue dejando de lado el propio ego.

Como podrán apreciar, este transitar, se asemeja mucho a un camino espiritual en el que resultará imprescindible recorrer la primer etapa para liberarse de la dictadura de la mente y hacerse consciente de forma tal que el pensamiento ya no sea necesario. Es sólo a partir de este segundo estadío en el que la intuición y la visión interna comienzan a funcionar y se hace factible esa maravillosa sensación de utilizar las cuerdas como una extensión de nuestra propia energía, en lugar de sentirlas como un elemento más a utilizar entre tantos otros posibles.

En este segundo estadío la imitación nunca debiera ser tu camino

Así como el zen es un método que hace de ti el seguidor y el Maestro a la vez, lo mismo ocurre en este segundo estadío del Kinbaku. Cuando hayas alcanzado cierto nivel, el Kinbaku Sensei sólo estará presente para señalar. Serán señales sutiles, muy indirectas. Si estas buscando reglas rígidas en este nivel del Kinbaku, estarás buscando en vano. El Sensei no estará para forjarte ningún criterio sino para hacer que reconozcas el tuyo propio, para hacerte consciente de tu propia conciencia intrínseca y de lo que estas provocando en tu compañera/o de cuerdas.

Los Sensei imparten su conciencia y dicen

 

«Sé consciente de lo que estas provocando y sabrás tomar tu camino y tu propia disciplina en cada momento»

El Sensei simplemente impartirá su conciencia porque sabrá que cualquier mandamiento fijo se convertirá en una esclavitud para ti y no servirá para liberarte. La vida cambia tanto que algo que está bien en este momento puede no estarlo en el siguiente y tú te verías atrapado en una disciplina estricta. Por esto es que los Senseis sólo imparten su conciencia y te alentarán a que los escuches.

Si bien los diseños de ataduras mas antiguos basados en técnicas de hojojutsu siguen revistiendo un alto nivel de honor en el atado por cuestiones culturales japonesas, (como las mencionadas en Cuestiones de Honor: «El honor del atador es demostrado y reflejado en el tipo de ataduras que propone» del artículo Shibari Kinbaku como Ceremonia: Interacción entre Atadores y Atados (Parte II) los diseños de las ataduras mas modernas van cambiando y adaptándose según las necesidades de cada atador y las expectativas del público.

Un gran Sensei te ayudará a ser tu mismo. Que tus propias ataduras reflejen tu individualidad, tu estilo. Nunca te obligará a seguirlo y sólo querrá que lo entiendas, entendiendo los efectos y consecuencias de  lo que haces a cada momento. Con el entendimiento basta y sobra. No se necesita nada más. La imitación es un sustituto muy mediocre. Si hay entendimiento no se planteará el dilema entre imitar o seguir al Sensei. Seguirás tu entendimiento una vez aprehendidas las técnicas y siendo consciente de lo que provocas en todo sentido. Si sigues el entendimiento estarás siguiendo tu camino y te darás cuenta de que éste corre paralelo al de tu Sensei. Si sigues a tu Sensei y olvidas tu entendimiento tarde o temprano te darás cuenta de que tu Sensei se ha ido y te has quedado en tinieblas. La manera real de seguir a tu Sensei no es seguirlo a él sino a tu entendimiento. Entonces, incluso cuando él se haya ido lo estarás siguiendo, aunque parezca una paradoja. Has de hacer tuyos propios los nudos y no limitarte a repetir lo que otros hacen. Nada puede ser íntimo sin ser personal. Por eso es necesario que asientes tu conocimiento en bases donde apoyarte con firmeza que te hagan consciente, para luego liberarte de la dictadura de la mente y darle espacio a la intuición y a la visión interna con los que harás tu propio camino.

Aunque se considera de honor guardar reconocimiento por quienes nos han mostrado o enseñado diversas técnicas a lo largo de nuestros progresos, este agradecimiento no debiera tener nada que ver con la palabra «deber» (obligación) ni con seguir o imitar a tu Sensei. La gratitud es maravillosa, es necesaria, te reconfortará y te ayudará a florecer. Pero nunca sigas o imites a tu Sensei sólo por agradecimiento o por deber, ya que al hacerlo destruyes el concepto de gratitud. Al florecer en ti la gratitud, ya has comenzado a pagarle a tu Maestro.

No hagas nada sólo por «deber». La gratitud hacia tu Sensei debiera nacer, fluidamente de tu amor hacia él. Podrás sentirte alegre de poder todavía demostrarle tu gratitud. Siéntete profundamente agradecido pero sigue tu camino. Intenta crear más conciencia, entendimiento e inteligencia. Irradia con inteligencia para expresar tu agradecimiento hacia él. Sé como una luz para ti mismo ya que nadie más que tu puede ser tu luz. Debes ser tu propio combustible y quizá así, puedas inspirar a otros a buscar su propia luz.


Protocolo básico para alumnos de Shibari Kinbaku

El protocolo básico para alumnos de Kinbaku varía según el criterio de cada Sensei así como también de cada grupo de trabajo. Sin embargo, muchas de estas afirmaciones tienen profundas raíces en el código Bushido, en normas de cortesía y culturales, el sentido común (joshiki) y el respeto por los maestros que debería guiar toda enseñanza. Desarrollaré algunos lineamientos básicos generales para que puedan tener una guía de cómo debe ser el comportamiento de quien se considera, o aspira a considerarse alumno de un Sensei.

* Cualquier alumno que concurra a un Dojo debe respetar las reglas del mismo. Las reglas pueden variar sutilmente, pero son en reglas generales las mismas.  Puede leer las reglas de KinbakuMania Dojo aqui

* No es digno de honor el considerarse discupulo de un Sensei unilateralmente, divulgarlo y jactarse de ello sin haber sido reconocido por tu Sensei con anterioridad.

* Si has sido considerado alumno de un Sensei recuerda que lo eres no solo en clase y para que te reconozcan, sino en todo momento.  Procura mantener una conducta honorable y honrarlo siendo su alumno.

* Siempre que compartas fotos sobre tus ataduras procura colocarles una marca de agua con tu nombre de atador. De esta forma brindarás honor a tu Sensei, a tu modelo y a ti mismo.

Se humilde y consciente de tus limitaciones. Nunca debes intentar realizar ataduras para las que tu Sensei no te haya preparado aún.  Será tu Sensei quien pueda guiarte sobre el momento en el cual puedas dejar volar tu imaginación o estés listo para dejar fluir tu camino.

* El asistir a un workshop de unos pocos días con un gran Sensei no te transforma automáticamente en su alumno.  El pagar algunas clases, ya sean grupales o privadas, tampoco.

* Es considerado un deshonor el utilizar fotografías de otros atadores para ilustrar escritos, promocionar eventos, o cualquier otro tipo de divulgación pública, sin haber pedido permiso para hacerlo.  Al hacerlo se debe citar los datos del atador, ( de la modelo y fotógrafo también de ser posible) como forma de agradecimiento.

* Si has sido reconocido como alumno por un Sensei, se considera poco honorable pedirle a otro Sensei que te enseñe sin antes haberle pedido permiso o consultado. Sería poco honorable también para el segundo Sensei aceptarte sin consultarlo primero con tu Sensei.

Los nombres de bakushi conllevan un gran honor al ser otorgados por tu Sensei. Es considerado un alto deshonor el utilizar el nombre de bakushi de un gran Maestro sin haber sido este otorgado por el mismo. El usar el nombre de bakushi de alguien sin permiso es como intentar robarle su identidad.  Por más que idolatres a algún atador famoso, JAMÁS deberás usar su nombre sin su permiso.

* Recuerda siempre que tu patrimonio más grande como atador, más aún que tu conocimiento y tu técnica, es tu honor y tu imagen. Cuídalos con humildad y  conducta.  Lleva toda una vida forjar una imagen de honor y sabiduría,  y tan solo unos minutos destruirla.

* Como alumno atador eres dueño de lo que has aprendido con esfuerzo y perseverancia. No lo ensucies intentando enseñarlo cuando todavía tu Sensei no te haya dicho que estás listo para hacerlo. Si regalas el conocimiento que tanto esfuerzo te costó aprehender, le quitarás honor, y por otro lado con seguridad quienes lo reciban no sabrán valorarlo.

Dicen que…

Dicen que a medida que uno va creciendo como kinbakushi, la guía del Sensei se vuelve más y más silenciosa. Es una paradoja que a medida que uno va aprendiendo a escuchar con humildad, se vayan apagando las palabras de nuestro Maestro. Dicen que quizá sea porque a esas alturas ya no siente necesidad de decirnos nada y que al dejar de lado la mente y el lenguaje, el ser puede comunicarse con el ser en una comunicación directa e inmediata.(*)

… Eso dicen…

(*)»I shin den shin» de mi espíritu a tu espíritu. Una enseñanza que se transmite de generación en generación sin error; de Maestro a discípulo, realizada íntimamente.


Tsubaki

Agradecimientos:

Gracias al Sr Osada Steve Sensei de Tokyo (長田スティーブ) por su tiempo, dedicación y sabiduría.

Gracias TENTESION por permitir la publicación de la espléndida foto de Kurt Y Osada Steve (長田スティーブ) para ilustrar este artículo

Gracias al Sr Xenkor y su hermosa thalia_X por permitirme ilustrar este artículo con estas excelentes fotografías.

Gracias a todas las personas que alguna vez confiaron en mis cuerdas y a todos aquellos que consideraron interesante compartir momentos de prácticas conmigo tanto en España como en Argentina.

 

Fuentes Consultadas:

The Beauty of Kinbaku, Master «K»
Sutra del Corazón, Osho
La Práctica del Zen, Taisén Deshmaru
Dang, Dang, Doko, Dang. Charlas sobre el Zen, Osho
El Canto del Inmediato Satori (Shodoka), Yoka Daishi
El Secreto del Zen. Edición y traducción por Manuel Campillo
El Bushido, El alma de Japón, Inazo Nitobe
El Alma del Samurai, Traducción por Thomas Cleary
El Código del Samurai (bushido Shoshinshu), Traducción Thomas Cleary

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Prohibida su reproducción total o parcial en cualquier otro medio sin autorización de la autora.

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